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viernes, agosto 13, 2010

EL MONASTERIO DEL DIABLO, DE CARMONA (SEVILLA)






Corría el año 1620 cuando se fundó un monasterio de monjes franciscanos dominicos en la localidad sevillana de Carmona, distante unos cuarenta kilómetros de Sevilla.


Su tétrico aspecto se recorta en la distancia bajo un cielo vespertino, y nos habla de una historia estremecedora que se produce en la década de 1940. Se cuenta la historia de que en aquellos años, los monjes que habitaban el monasterio vivían inmersos en sus actividades de carácter espiritual a la vez que tenían que conseguirse el sustento cultivando un huerto, criando animales y mendigando limosna y comida por las calles de la localidad y por las fincas y huertas privadas que se encontraban en las cercanías. Pero la tierra se negaba a dar el fruto necesario y la situación de posguerra que vivía el país no era la más adecuada para dar caridades a los frailes, lo cual los llevó a una terrible situación de hambruna. Obnubilados por el hambre, atentaron contra el séptimo mandamiento saliendo durante las noches a robar en las huertas cercanas para sobrevivir. 

Estos hechos fueron reiteradamente denunciados por los hortelanos ante el tribunal eclesiástico, y se ignora si éste ordenó el cierre del mismo, pero lo cierto es que sobre los años 50 el convento fue abandonado sin previo aviso y vendido en 1957 a gente con posibles de Madrid. Los traspasos que se hicieron con carácter privado del mismo a distintos compradores fueron sucesivos, siempre con objeto de no dejar constancia de la titularidad de la edificación o de sus terrenos en ningún registro público. 


Se cuenta que dicha venta fue el resultado vengativo de un prior que había sido trasladado al noviciado en contra de su voluntad, y en venganza juró que si algún día ascendía y llegaba a ocupar un alto cargo en la capital de España, vendería el monasterio. Parece ser que llegó a cumplir su amenaza vendiéndolo todo salvo la edificación, que quedó en propiedad de tres monjes, fray Rafael, fray Luis y fray Manuel, quienes con gran esfuerzo lograron recomponer la edificación pero se negaron a su venta.
Sin embargo existe otra leyenda que da otra explicación al abandono del mismo, contada por un mando policial e hijo de alguien que trabajaba en el monasterio en dicha época.
Según esta declaración una mañana aparecieron los cuerpos de varios frailes degollados y colgados en los ganchos existentes en el techo del sótano. 




(Restos de los Ganchos)


Parece ser, y siempre bajo el relato del alguacil, que durante el enterramiento se produjeron fenómenos sobrenaturales: el cielo se oscureció y aparecieron en lo alto dos columnas de fuego, entre medio de las cuales apareció la visión de un rostro horripilante en forma de alimaña. Poco después una luz blanca descendió en un fulminante rayo y de la luz salió otra figura, en esta ocasión más humana, que los hizo salir a todos despavoridos del lugar.





Igualmente se ordenaron, mediante una Bula Papal, que durante dos años fueran dadas misas y procesiones por toda la ciudad de Carmona para purgar por sus pecados. 


El lugar también es usado desde hace tiempo por grupos que bien a través de la ouija o de de ciertos ritos invocan durante las noches a las fuerzas del mal, tomando aún más si cabe el ruinoso convento reputación de maldito.







Otros investigadores o aficionados que se han acercado al lugar ha sufrido similares experiencias, como el testimonio que nos hace José Félix Durán, de lo que ocurrió cuando acudió al monasterio a realizar sus investigaciones: “A mí me retiró del mundo de la investigación aquel suceso. Acudimos a investigar llamados por la curiosidad y alentados por la fama del sitio y los programas de misterios. Estando allí comenzamos a sentir ruidos extraños, como golpes, los detectores comenzaron a sonar, no estábamos solos, y de repente comenzamos a sentir pasos que se nos acercaban, así como un lejano murmullo que se fue convirtiendo en una especie de salmo cantado poco a poco… Cuando aquello nos tenía casi cercados salimos como pudimos por uno de los huecos de las ventanas…dejamos allí todo el equipo y nuestras ganas de seguir investigando. Fue algo terrorífico. A Justo, mi compañero, y pese a que han pasado ya cuatro años de aquello, no se le puede mencionar siquiera la experiencia… Fue un shock para todos”. 


Al día de hoy las ruinas del Monasterio del Diablo siguen coronando el páramo, recortando su tétrica silueta sobre un cielo del atardecer, tal vez esperando que todo se suma en las penumbras de la noche para comenzar su demoníaca actividad.


Sacado de:  http://www.forocoches.com/foro/showthread.php?t=1767597

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